Un grupo de científicos metieron en una jaula amplia a tres monos,
y en una de las esquinas pusieron una escalera que permitía alcanzar un plátano
colgado del techo de la jaula. Al entrar los monos vieron el plátano, vieron la
escalera y se dirigieron decididos a coger el plátano. Cuando estaban subiendo
por la escalera los científicos introdujeron un
nuevo elemento: se los roció
a todos con agua helada a presión.
Tras varios intentos y
sus subsiguientes rociadas, los monos abandonaron la
idea de alcanzar el plátano… y se quedaron resentidos en una de
las esquinas de la jaula.
Sin embargo, los
científicos decidieron analizar qué pasaba si sacaban a uno de los monos
iniciales e introducían otro nuevo… y esto es lo que sucedió: el nuevo mono
entró en la jaula, vio a los otros dos monos empapados en un lado de la jaula,
y en la esquina opuesta el plátano y la escalera… así que se dirigió decidido a
cogerlo.
Lo que los científicos no podían
predecir es lo que pasó después:
Los monos que habían sido empapados con agua helada lo interceptaron e impidieron todos los intentos de coger el plátano por parte del nuevo mono a base de golpes, patadas y empujones. Resultado: los tres monos de nuevo enfadados en una esquina de la jaula (uno de ellos lleno de moratones) y el plátano colgado en la otra parte.
Los monos que habían sido empapados con agua helada lo interceptaron e impidieron todos los intentos de coger el plátano por parte del nuevo mono a base de golpes, patadas y empujones. Resultado: los tres monos de nuevo enfadados en una esquina de la jaula (uno de ellos lleno de moratones) y el plátano colgado en la otra parte.
Los
científicos decidieron evolucionar entonces el experimento: sacaron a otro de
los monos originales que había sido empapado y metieron otro mono nuevo, y se
repitió la escena anterior: el mono nuevo miró a un lado y vio
a sus compañeros, miró a la otra esquina y vio el plátano… y se dirigió a cogerlo.
De forma previsible, se volvió a repetir lo sucedido antes: los demás monos le impidieron alcanzar el plátano a base de empujones y golpes. Lo que resulta más sorprendente es que el último mono que NO había sido empapado es el que con más entusiasmo y convicción lo golpeó.
El equipo científico decidió seguir el experimento y sustituyeron
al último mono por uno nuevo, y sorprendentemente se repitió la
escena… por monos que nunca habían sido rociados con agua helada.. y a partir
de ahí el patrón se repitió con
cualquier nuevo mono que entraba a la jaula.
Según parece ellos creían que coger el plátano era peligroso pero nunca
habían experimentado por sí mismos el motivo del peligro (mas allá de las palizas de sus compañeros)… así
que el plátano se convirtió en un tabú inalcanzable en la jaula.
¿Que quieres hacer tú?
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