La motivación como impulso para cumplir misiones está muy bien, pero en su justa medida para evitar comportamientos contrapuestos perjudiciales. Un exceso de motivación puede llevar a una adicción al trabajo en la búsqueda del reconocimiento social mientras que la ausencia de retos puede concluir en depresión. Un estado de indiferencia y conformismo que tiene riesgos de convertirse en una enfermedad difícil de diagnosticar.
Se estima que entre el 5% y el 10% de los pacientes que acuden a un médico de atención primaria padece depresión, una enfermedad que suele originarse en edad adulta y que sule surgir en el contexto de situaciones problemáticas sociales o físicas. Alteración que afecta en el ámbito social por el deterioro que causa en la calidad de vida de la persona afectada.
El consumo de antidepresivos o ansiolíticos se ha multiplicado por tres en los últimos años para tratar la depresión, confundida muchas veces con otras sensaciones como la tristeza, la melancolía, el estrés o la ansiedad. De hecho, aunque la depresión no entiende de sexos, las mujeres son más propensas a padecerlas y aquellas personas que poseen un temperamento más melancólico,víctimas fáciles de la desmotivación más proclives a la depresión.
Síntomas de la desmotivación depresiva
Aunque el síntoma inicial es la tristeza, posteriormente una actitud de desgana y desinterés aparece con el paso de los días. La falta de motivación personal y laboral, la indiferencia hacia las actividades cotidianas y la acedia en la vida social son algunos de los síntomas que el paciente puede sufrir.
La depresión puede aparecer sin una causa que la justifique, incluso en personas aparentemente felices y bien posicionadas, pero lo cierto es que existen otras ocasiones en las que un hecho trágico conduce a desarrollar una depresión de forma reactiva. Somnolencia, opresión en el pecho, sequedad de boca, dolores de cabeza y baja autoestima hasta llegar incluso al propio suicidio.
Anclado en un punto de inflexión, el ser humano que no se adapta a los cambios anhela encontrar un motivo sólido y consistente que le mueva y que resista los vaivenes de la vida. Hablamos de automotivación pero también de motivación extrínseca.
Un profesional motivado trabaja con rigor, genera productividad, no requiere ninguna supervisión y se muestra satisfecho con su tarea. Una persona desmotivada sin embargo, reduce su productividad en un 50% a la vez que protagoniza casos de absentismo y rotación laboral que generan redistribución de funciones y por consiguiente, tensiones entre los miembros del equipo.
La desmotivación existe cuando la meta alcanzada no ha sido compensada con el esfuerzo invertido para llegar a ese objetivo. Existen causas internas (intrínsecas) que llevan a la falta de motivación laboral y que conducen al estado depresivo de una compañía:
· Un trabajo sin sentido. Es indispensable sentir que nuestro trabajo sirve para algo, no sólo a nivel económico, sino que aportemos algo y nos aporte algo, en un sentido personal y/o social.
· Sentirse incompetente. Cuando somos capaces de hacer las cosas, nos sentimos muy motivados para hacerlas de una manera mejor. No obstante, si uno no cree en sus aptitudes y oportunidades, la frustración nos empujará a la negación y a la apatía y por tanto a la desmotivación.
· Carecer de autonomía. Es fundamental poder decidir cuáles son los pasos a seguir en el desempeño de nuestra labor. La falta de reconocimiento nos lleva a la pérdida de confianza, a la evasión de responsabilidades y por tanto a la mayor capacidad de cometer errores. La falta de responsabilidad puede acabar desmotivando.
¿Qué se debe hacer para no desmotivar a un equipo?
Por otro lado están las causas desmotivadoras externas al equipo (extrínsecas). Reconocer los factores que desmotivan y entorpecen la felicidad de la empresa, es un autoexamen que debemos llevar a cabo en cualquier equipo. Si no se reconocen se creará una atmósfera falsa, un clima de depresión colectiva enmascarada de felicidad.
Pero si logramos hacer un autoexamen sincero, puede que descubramos que:
- Si el líder de un equipo provoca desconfianza, quizás es porque vaguea en sus opiniones.
- Si el líder delega en exceso y sólo espera soluciones, puede dar lugar a todo lo contrario, una falta de participación del equipo: el exceso de tareas que atender hace que se pierda la esperanza de poder abarcarlo todo, lo que puede llevar al abandono por desbordamiento.
- Ni la ausencia ni el exceso de retos, si tener una misión inabarcable genera ansiedad, el trabajo rutinario,provoca actitudes desmotivadas y depresivas.
- Tampoco un abrumadora cantidad de información, el exceso de información provoca desinformación, ser transparente si, saturar con datos no.
- La falta de reconocimiento en el día a día provoca rechazo hacia el gestor de personas, y la desmotivación de los coléricos que se mueven motivados por sentirse valorados.
Luchar contra la desmotivación y profundizar en las causas de esta desapetencia, buscar soluciones a los problemas planteados y mantener una actitud positiva y de confianza que trate de buscar nuevas vías de motivación son algunos remedios para combatir la depresión colectiva de una empresa en crisis.
Inmotivationcahnnel
Buen artículo de Personal Coaching
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