Sea
cual sea nuestro estado emocional (pensamientos, sensaciones y percepciones),
nuestra respiración siempre nos acompaña como un amigo fiel. Cuando nos
sintamos arrastrados o superados por una emoción fuerte o dispersos en
proyectos y preocupaciones, regresamos a nuestra respiración para calmar y
anclar nuestra mente.
Sentimos
el flujo de aire que entra y sale de nuestra nariz. Sentimos el funcionamiento
ligero, natural, tranquilo, pacífico de la respiración. En cualquier momento,
al caminar, trabajar en el jardín o en el ordenador, podemos regresar a esta
pacífica fuente de vida.
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